Para algunos autores, se trata de una lesión propia de la encía, probablemente originada en trastornos endocrinos, ya que suele verse en personas mayores, sobre todo en mujeres posmenopáusicas. Para otros, se trata de una manifestación más de enfermedades crónicas, tales como liquen atípico, pénfigo benigno de las mucosas, etc.
Clínicamente se puede observar un enrojecimiento intenso y brillante, erosiones rojas o grisáceas en las encías sobre todo en el área de las molares.
Los enfermos se quejan de dolor, sensación de quemazón y alguna hemorragia gingival. Reacciona al ingerir cítricos y ensaladas.
Se descubren formas erosivas, descamativas y exfoliativas. La hemos observado siempre asociada a procesos ampollares y a líquenes atípicos. En un caso, la exfoliación del epitelio y el desprendimiento eran tan notables que si tomábamos un sector exfoliado con una pinza, podíamos desprender toda la superficie epitelial en el maxilar superior sin ninguna dificultad.
El tratamiento de la lesión se efectúa con corticoides en forma tópica (17 valerato de betametasona al 1% en orabase) y por vía sistemática y la aplicación, también tópica de hormonas femeninas y masculinas, según el sexo del paciente. Estas dos variantes terapéuticas suele mejorar el cuadro, pero en muchos casos la lesión persiste sin cambios. No surge transformación cancerosa.