El dentista es aquél a quien le gusta alternar con gente y ha escogido una profesión en la que tiene que lidiar con el público, con cientos y aun miles de ellos, todos los días y todos diferentes, tienen la mente del hombre de ciencia, la mano del orfebre, el ojo del investigador, el corazón del misionero y la dedicación del médico... es de esa clase de personas a quien se debe respetar y escuchar, porque habla con autoridad y convicción, pues tú comprendes que él sabe lo que está diciendo. Ha invertido años de estudio, ha luchado y se ha sacrificado por adquirir los conocimientos que posee. Es ávido de aprender, no se detiene nunca en su afán por saber y descubrir nuevas técnicas. Examinar y analizar todo aquello que significa un adelanto para su profesión. No llegar a ser nunca a hacer millonario, mas eso no le importa. En su vida hay otros galardones más codiciados...
Goza con idea de poder salvar los dientes que han sido descuidados y ese placer se acrecienta cuando logra rehabilitar una boca salvando los que aún quedan vivos preservándolos contra la negligencia y el abandono. El placer que deriva de una difícil intervención quirúrgica se acrecienta sabiendo que esa boca mutilada puede convertirla en un organismo sano y útil. Se complace en trasformar una cara deformada por la mala oclusión en un sujeto con nueva y atractiva personalidad. Goza viendo la expresión de un niño cuando éste cambia de un momento a otro las lágrimas de desconsuelo por una sonrisa de satisfacción. Y el placer de ver aumentar años de vida feliz aquellos seres que habían perdido toda esperanza de rehabilitación... todo ello contribuye un mundo de satisfacción que lo lleva más allá del mero hecho del sentirse un profesional digno de confianza. Son satisfacciones que crean en su mente un sentimiento especial que contribuye a hacerle la vida más feliz...
Pocas personas comprenden la misión del dentista el ejercicio de la odontología requiere habilidad e información exacta de las ciencias y arte. Es necesario mucho tacto, intuición y sentido psicológico para alcanzar el arte de persuadir y la autoridad para de preveer y remediar el miedo instintivo y las excitaciones del paciente, más perturbable que el mismo dolor material. Vosotros los dentistas necesitamos mucha paciencia y una gran resistencia física.
Vuestro cuerpo, nervios, mente, nuestra voluntad y sensibilidad estará en tensión continua. Siempre de pie, muchas veces en actitud constreñida, con ojo alerta, ambas manos ocupadas, los dedos obedientes a la manipulación de varios instrumentos a la vez. Cada movimiento es obstaculizado por reflejo y reacciones del paciente que no puede ser siempre previsto. Además, durante todo el tiempo tenéis que permanecer imperturbables, calmados, corteses, gentiles y llenos de piedad.
La menor lesión en cualquier tejido como la membrana de la boca, puede tener repercusiones en la salud de todo el organismo.
La boca expresa características y sentimientos que no pueden ser reflejados por la frente y los ojos por sí solos. Un simple pliegue de labios, imperceptibles si se quiere, puede transformar o hacer alteraciones definitivas en la expresión de la cara.
Este discurso efectuado por el Papa Pío XII, fue en los años 50, ya pasó tiempo, y sin embargo, expresa de manera notable nuestra profesión claramente.