Creación de un médico de Missouri, el Listerine fue llamado así en honor de sir Joseph Lawrence Lister, el cirujano británico del siglo XIX que introdujo drásticas medidas sanitarias en los quirófanos. Poco después de presentado, en 1880, este producto se convirtió en uno de los más famosos entre los destinados a enjuagues y gárgaras pero no fue concebido para este fin inicialmente.
En la década de 1860, cuando la ciencia bacteriológica se encontraba en su infancia, Lister desencadenó una campaña contra las deficientes condiciones de la higiene médica entre los cirujanos. Éstos operaban con las manos desnudas y con ropa de calle, calzados con los mismos zapatos que usaban en la calle. Además, permitían a los espectadores observar cómo practicaban sus intervenciones. Para taponar las heridas utilizaban aserrín recogido de los suelos de las fábricas de madera. Aunque los instrumentos quirúrgicos eran lavados con agua y jabón, no se esterilizaban térmicamente ni se sometían a la acción de desinfectante químico alguno. Por esto en muchos hospitales, la mortalidad postoperatoria llegaba al 90%.
Tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos, la mayoría de los médicos acogieron con desagrado la campaña de Lister en favor de la “cirugía antiséptica”. Sin embargo, las ideas de Lister sobre los gérmenes impresionaron al doctor Joseph Lawrence, que en su laboratorio de St. Louis preparó un liquido antibacteriano que fue fabricado localmente por la Lambert Pharmacal Company que más tarde se convertiría en Warner-Lambert.
Para que el producto tuviera una imagen adecuadamente antiséptica, en el año 1880 la compañía decidió utilizar el nombre de sir Josep Lister, y llamarlo Listerine su uso era como desinfectante externo o topico. Asi que inicialmente el Listerine fue creado como un potente antiséptico quirúrgico. En el libro Freakonomics de Stephen Levittnos cuentan que este producto tambien se vendió, destilado, como limpiador de suelos y como remedio contra la gonorrea. Pero que no se convirtió en un éxito arrollador hasta los años veinte, cuando fue lanzado como solución a la “halitosis” o mal aliento.Las anuncios publicitarios decian: “La Halitosis te hace inpopular, ya no hay excusa…le tenemos el remedio”, las revistas por aquella época mostraban a hombres y mujeres tristes, ansiosos por casarse, pero a quienes daba asco el aliento fétido de sus parejas.Hasta ese momento no se había considerado que el mal aliento constituyera una catástrofe. Pero el Listerine se encargó de cambiar las cosas. En sólo siete años, los ingresos de la compañía ascendieron de 115.000 dólares a más de ocho millones.