Debido a que muchas madres no pueden (o deciden no) dar de lactar a su hijo, el biberón suele ser la herramienta utilizada para alimentarlo.
Creemos importante que las madres sean conscientes de que el uso del biberón (de cualquier tipo) no fomenta el crecimiento y el desarrollo de los maxilares y de la musculatura facial como la lactancia materna.
Con el biberón el niño no cierra los labios con tanta fuerza y éstos adoptan forma de "O", no se produce el vacío bucal, se dificulta la acción de la lengua, la cual se mueve hacia adelante contra la encía para regular el flujo excesivo de leche y se mantiene plana.
Hay una menor excitación a nivel de la musculatura bucal y no favorecerá el crecimiento armonioso de los huesos y cartílagos.
El flujo de leche en el biberón no requiere de un movimiento constante de la mandíbula y ésta queda en una posición mas atrasada (distal). El biberón estimula un trabajo muscular pero de los músculos equivocados (buccinadores); los cuales pueden generar arcadas estrechas y consecuentemente falta de espacio para dientes y lengua.
Cuando el bebé toma biberón, usa chupón o se chupa el dedo, la lengua no alcanza su posición correcta en el paladar. Por ello, la altura y anchura del paladar queda influenciada por el objeto que se encuentra entre éste y la lengua.
Con todos estos factores, se puede instaurar tempranamente una deglución atípica (incorrecta) que posteriormente puede ocasionar diferentes tipos de maloclusiones (malas mordidas).
Durante décadas, el biberón (especialmente el nocturno) ha sido relacionado con caries precoz de la infancia (anteriormente llamado "caries de biberón") debido a que el contenido del biberón suele permanecer un largo tiempo en la boca y ocasionar la desmineralización del esmalte dental de los dientes de leche.
Fuente: Odontología y Salud .com