Grecia fue, como en todo, más avanzada. Aristóteles, por ejemplo, aconsejaba a Alejandro el Grande que cada mañana diera un masaje a sus dientes con un paño fino de lino que fuera ligeramente áspero. El primer cepillo construido se remonta a 1498, cuando un emperador chino insertó cerdas de pelo de puerco en un hueso, formando una especie de cepillo, según informes de la Asociación Dental Estadounidense. Fueron los ingleses quienes legaron a nuestra civilización el primer cepillo de dientes moderno.
El invento se popularizó luego en Europa, pero debido a su elevado costo, las familias más humildes tenían que compartir el mismo cepillo. No fue sino hasta 1938, de acuerdo con la ADA, cuando DuPont introdujo las cerdas de nylon en reemplazo del pelo de cerdo. En el siglo XX, este utensilio sencillo pero fundamental alcanzó nuevas cumbres, y en 1969 viajó por primera vez a la Luna. Neil Armstrong utilizó un Oral-B Classic TM minutos antes de decir eso de: “Es un pequeño paso del hombre, pero un gran salto para la humanidad”.



